De ninguna manera. No. Me niego a ser simplemente llevada por la corriente. Es demasiado fácil. Creer que uno va la deriva, sin marcar ni el más mínimo rumbo es como encomendarse ciegamente al destino griego. Y las cosas siempre pueden ser de otra manera. Siempre hay una tercera posibilidad que viene a resquebrajar la dicotomía perpetua.
Pero, a veces, no se puede. Y eso, sin embargo, no quiere decir que uno acepte el curso de la correntada. Simplemente, sabe que no es el momento de dar un golpe de timón. Pero eso no quiere decir que uno se quede esperando que la corriente nos haga el favor de cambiar: uno la mira fijo, hasta que llegue el momento propicio.
**
Ella se pregunta. Ella se pregunta qué significa. Ella se pregunta qué significa (qué podría significar) 'estar a la altura'. Ella sabe, en un punto, qué significa -en el punto en el que codifica qué dicen las palabras que dicen-. Pero ante las frases hechas, las más simples, se queda perpleja. Nunca pudo vivir bajo el halo protector de las frases hechas. Las frases hechas son como golpes en una vasija vacía. Los ruidos son alfileres dentro del cráneo. Y ella no sabe.
Ella no sabe qué. Ella no sabe qué hacer. Ella no sabe qué hacer ante eso. Cómo conjugar dos maneras de vivir la vida, tan disímiles, tan opuestas, sin sentirse desarmada y de ojos vendados, en un campo de batalla absolutamente desconocido.
Ella tiene un poco de miedo, cuando la incertidumbre se empeña en hacer terremoto en la punta de sus pies descalzos.